Los peregrinos que recorrían el Camino de Santiago del Norte o Camino de la Costa entraban a pie por Irún o bien desembarcaban en los diversos puertos que jalonan esta costa, continuando así su marcha hacia Santiago desde Ribeadeo ya por el interior; sin embargo gracias a la labor de los historiadores sabemos que el Camino del Norte tiene otra variante que, desde Ribadeo, continúa recorriendo las costas cantábrica y atlántica, llega a San Andrés de Teixido, cerca del Cabo de Ortegal y desde allí sigue bordeando la costa atlántica bajando hasta Ferrol, para enlazar con el Camino Inglés hasta Santiago de Compostela. Esta variante se conoce como el "Camiño do Mar".
En este viaje nos centraremos en el litoral de la provincia de Lugo, conocido como Mariña Lucense; en la Galicia verde donde los bosques se confunden con el mar y asoman al Cantábrico, descubriremos extraordinarios y maravillosos paisajes de mar y montaña, sendas al borde de los acantilados, panorámicas inolvidables, largas playas de finas arenas y aguas transparentes, montes frondosos, espacios naturales de gran valor medioambiental, aldeas que parecen salidas de un cuento, así como un valioso patrimonio histórico-artístico, y lo mejor de todo, sus acogedoras gentes. Todo ello a golpe de pedal.
El litoral de la Mariña Lucense cuenta con un recorrido de unos 150 kilómetros que dividiremos en seis etapas; los trayectos discurren por todo tipo de caminos que van desde los senderos litorales hasta las carreteras costeras asfaltadas de escaso tránsito y las etapas son de distancias más bien cortas aunque con desniveles significativos en la segunda y tercera jornada, pero que en cualquier caso permiten realizar los recorridos disfrutando de las paradas e incluso aprovechando para darse un chapuzón en algunas de las numerosas playas que saldrán a nuestro pedaleo. Asimismo estaremos alojados en Foz, a medio camino de todo el recorrido, evitando así realizar excesivos desplazamientos a los lugares de inicio y final de cada etapa.
Tras el viaje por carretera hasta la localidad coruñesa de Porto Espasante, comenzaremos aquí nuestro recorrido. El mar será el protagonista en esta etapa; multitud de bellas playas, como las de Arealonga, Esteiro, Bimbieiro y Concha, salpican el trazado; espectaculares acantilados las separan, donde disfrutar de parajes desde el mirador de Coitelo (“el mejor banco del mundo”) en un entorno, habitado por gentes ligadas al mar, en pueblos con sabor marinero como O Vicedo, O Barqueiro y Porto de Espasante.
En nuestro pedaleo por un tramo costa muy abrupta, que convierte esta etapa en la más exigente pero una de las más bellas, culminamos el recorrido junto a la ría de Viveiro, dejando atrás bellas playas como las de Covas y Abrela, el Conjunto etnográfico O Cargadoiro, la Cruz de San Román y su playa homónima o el "Fuciño do Porco", cuya senda recorreremos a pie para asomarnos a sus fabulosos acantilados.
Numerosas playas nos despiden de Viveiro y Celeiro a través de caminos que foman parte de las grandes áreas protegidas de la costa, santuario de un sinfin de especies vegetales así como de aves. Pronto los acantilados darán paso a los bosques de eucaliptos y esquivaremos muy acertadamente el gran complejo industrial que nos avisa de la proximidad de San Cibrao, agradable pueblo de pescadores que nos da la bienvenida.
La ruta abandona San Cibrao recorriendo un largo tramo de paseo marítimo que discurre solidario a los acantilados, y atravesando las playas de La Marosa, La Rueta o El Ril, que se alternan con vestigios de antiguos asentamientos como el Castro de Llas y el Castro de Fazouro; más tarde nos recibe el puerto pesquero de Burela y tras cruzar la ría de Fazouro nos aguarda la villa pesquera de Foz y su espectacular estuario.
Dos monumentos naturales jalonan esta sencilla etapa: primero la desembocadura del río Masma que forma la ría de Foz, y tras recorrer luego multitud de bellas playas en este tramo de litoral, se llega entre pasarelas de madera y miradores a la playa de las Catedrales, uno de los grandes atractivos turísticos de La Mariña. Pocos kilómetros de costa más adelante, la pequeña villa de pescadores de Rinlo, que evoca a las aldeas de la Bretaña francesa, marca el final de esta etapa.
Los caminos de tierra y estrechas carreteras que serpentean por este tramo de costa en la que los acantilados vuelven a ser los protagonistas, nos llevan en esta corta etapa hacia la inmensa ría de Eo que nos recibe con el Fuerte de San Damián, con su espléndido faro y el antiguo cargadero de mercancías convertido en mirador suspendido sobre la ría. El casco antigüo de Ribadeo pone el punto final a la ruta, tyras la cuál podremos hacer un alto en el apiñado núcelo urbano de Castropol antes de emprender el viaje de regreso.